Imagen tomada de la red |
—Gírate mientras te quitas el jersey, hermanita.
Sumisa, perdiendo la mirada en el suelo, muerta de
vergüenza, toma con sus manos la parte de abajo del jersey y comienza a
quitárselo, mientras se gira para ponerse frente a él.
—Ahora quiero que te quites los leotardos.
Le mira un instante, no le gusta hacer esto, sabe que no
está bien, quiere que le diga que era una broma y que puede parar…pero le ve el
bulto de los pantalones. Se agacha para desabrochar los zapatos del colegio y
se empieza a quitar los leotardos, intentando no subir mucho la falda para que
él no le vea las braguitas que lleva.
—No, no hermanita — le dice mientras se levanta del sillón —
bien sabes que estás haciendo trampas —Se sitúa detrás de ella, le huele el
pelo y le desata el lazo que sujeta una coleta — Me gusta ver tus
braguitas blancas de algodón y sé que llevas las del corazoncito.
Vuelve a olerla y le acaricia levemente el cuello, haciendo
que se estremezca.
—Por favor…
—Ssshh, sabes que no me gusta que hables.
Sus manos comienzan a desabrochar la blusa blanca que lleva
y se la quita despacio, le acaricia entre sus senos, arriba y abajo, con la
yema de los dedos. Su mano izquierda recorre su muslo, subiendo la falda, le
acaricia levemente.
—Si supieras cuanto sueño con este momento —le susurra en el
oído—Si supieras cómo me enciende tu olor, tu joven risa, tus pequeños pechos…
Introduce su mano bajo el pequeño sujetador, besa su cuello,
lo saborea y muerde mientras juega con el pequeño pecho endureciendo sus
pezones, perdiendo su otra mano baja sus braguitas, donde sus dedos comienzan a
jugar.
Se deja hacer, se
apoya en él, se muerde el labio, suspira… es su cuerpo quien comienza a
responder a las caricias y su mente quien se nubla de placer haciendo que
olvide que no está bien. Ahora sólo existen sus manos, sus caricias, su
aliento, los relámpagos de placer que recorren su cuerpo…el estallido de placer
entre sus piernas.
La empuja a la cama, le despoja de la ropa que aún tiene
puesta, recorre su cuerpo con sed de ella, lamiéndola, mordiéndole, marcando su
territorio con besos, con caricias. Ella se pierde en la oscuridad de sus
párpados, en el placer que le sacude, en la sensación de su lengua sobre la
piel, sobre sus pechos, entre sus piernas, disfruta retorciéndose, su cuerpo le
busca, le desea…comprende que siempre lo ha querido.
Nota como él guía una de sus manos hacia su pene y se
sorprende cuando su mano sabe lo que tiene que hacer. Lo acaricia despacio,
explorándolo arriba y abajo, notando
como él suspira mientras le acaricia uno de sus pechos. Acelera el ritmo hasta
que él le para.
Pierde una de sus manos entre la humedad de sus piernas,
jugando con sus dedos allí donde ella más placer siente, lame sus pechos, los
muerde levemente, los lame, los chupa…y sus dedos no dejan de jugar. Sus
caderas se mueven sin que ella pueda hacer nada, se retuerce con sus caricias
hasta que nota como el placer recorre todo su cuerpo mientras no puede dejar de
gritar…
Nota un suave beso mientras se coloca sobre ella y se introduce. Primero despacio para que no sienta dolor, se para y la besa
jugando con su lengua en el espacio de su boca y luego comienza a moverse y de
nuevo, su cuerpo sucumbe al placer, haciendo que sus caderas se muevan con él,
acelerando el ritmo lentamente, buscando su boca con avidez, perdiéndose en su
cuello, notando su boca sobre sus pechos hasta que los dos se unen en un solo
gemido de placer.
Mientras se viste, le observa.
—Es mi novio—se dice— y haría cualquier cosa por él…
—Date prisa en vestirte —le dice tras darle un beso —mi
hermana saldrá pronto del colegio y no quiero llegar tarde a recogerla.
—Cualquier cosa…—piensa mientras termina de ponerse las
braguitas de algodón con el corazoncito.